post de la serie trencadis cortesia de Bogus
Ha llegado otra vez el momento de festejar el amor. Es verdad que la fecha de hoy, 14 de febrero, es producto de un esfuerzo comercial más que de una tradición real. Pero, ¿quién se atreve en estos tiempos tan áridos e inciertos a decirle que no al amor? ¿Quién está dispuesto a rechazar el acercamiento cariñoso del otro o de la otra? ¿Quién tiene la arrogancia de no darle, cuando menos, un beso, un abrazo y un regalo a la pareja, pretendida o suspirante para que sirvan de símbolos -falsos o sinceros- del amor que se tiene o se pretende tener?He escuchado que el amor es un invento moderno: lo crearon los poetas del Renacimiento como una forma de idealizar la pasión y el deseo que el hombre siente por la mujer, y más tarde lo retomaron los novelistas del romanticismo para sublimarlo y llevarlo hasta el extremo del ridículo.Antes -aseveran- no existía ese concepto que hoy denominamos amor. Las relaciones entre hombre y mujer eran, simplemente, un recurso para promover alianzas familiares, para asegurar la conservación de la especie o para generar placer. Por eso los casamientos los arreglaban los padres desde la infancia de los cónyuges. Y por eso los matrimonios subsistían, en la rutina y el desprecio, aun cuando no hubiese ya la menor atracción entre marido y mujer.Sin embargo, yo tengo dudas serias de esta explicación tan ingeniosa y tan erudita. Ya la Odisea de Homero, la segunda de las grandes épicas en la historia de la literatura universal, nos habla de la devoción de Penélope por su marido perdido, Odiseo, en términos que sólo permiten un diagnóstico de amor incondicional. De hecho, es difícil escarbar en los arcones de la literatura más antigua sin encontrar los borbotones del amor.Claro que, con algunas notables excepciones, lo que la literatura celebra como amor no es otra cosa que lo que Erich Fromm llamó el enamoramiento: un sentimiento de enorme intensidad, que deja indefensos tanto a hombres como a mujeres, pero que tiende a extinguirse con el tiempo.El amor supuestamente eterno de Romeo y Julieta sólo puede entenderse por la corta edad -temprana adolescencia- de los protagonistas y por el hecho de que la muerte de ambos los exenta del enorme reto de soportar una vida en común una vez que hubieren desaparecido el vigor y la belleza física de la juventud. A nadie que lea la tragedia de Shakespeare, sin embargo, se le escapará de la atención el hecho de que Romeo estaba perdidamente enamorado de otra joven cuando Julieta le robó el corazón en una fiesta familiar.El amor de los jóvenes es incondicional pero pasajero. Toda la experiencia humana, toda la tradición literaria, nos subraya el hecho de que el enamoramiento es una explosión incontenible; mas difícilmente sobrevive a el paso del tiempo. Como otras llamas de pasión, ésta se consume con rapidez, en especial si el objeto del deseo es alcanzado y poseído. De ahí que la "comezón del séptimo año", esa búsqueda de algo más, de algo nuevo, que lleva tantas veces a la infidelidad y al rompimiento de los matrimonios, sea un hecho tan usual en las parejas de casados una vez transcurridos los primeros tiempos de la pasión.Esto no quiere decir, por supuesto, que el amor esté por naturaleza condenado. En algún lugar existe ese amor estrictamente fiel que nuestra sociedad y nuestra religión establecen como norma entre las parejas, independientemente de que la experiencia nos sugiera que se trata de una excepción más que de una regla. Pero es verdad que en algunos casos, entre las parejas que tienen la entereza de soportar la tentaciones de la juventud, de perdonarse los pecados cometidos o de aguantar las diferencias de carácter, suele surgir con la madurez o la vejez una unión incondicional que sella las relaciones de por vida.Mientras se espera este hallazgo invaluable, no hay por qué tenerle miedo al amor. Poco importa cómo se manifieste. Si lo hace en la relación madura de una pareja que toda la vida se ha compartido con exclusividad, maravilloso. Pero si lo hace con la fugacidad o la clandestinidad del amorío premarital, del adulterio o de la búsqueda de compañía en la soledad, bienvenido sea también jaja...El amor no debe rechazarse nunca. No sabremos si al menospreciarlo nos abandonará definitivamente y dejará helado para siempre nuestro corazón.
Feliz Día del Amor y la Amistad.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
2 comentarios:
esto me parece una mensada una totalment tontada
esto no me parece algo bueno para la humanidad yo que ustdedes lo borraba de hay x que es una tontada totalmente o no lo cren bueno me voy y espero y lo oborren
Publicar un comentario