post de la serie "trencadis" cortesia de Josep
Queridos Reyes Magos de Oriente, papá y mamá que estáis con ellos en el cielo:
Siempre he sido un ingenuo y me costó saber quien eran los Reyes; mi adolescencia llegó despacio y no hice ningún esfuerzo para enterarme antes, ni de las cosas del sexo. Se estaba bien con vosotros siendo niño y no quería terminar antes de tiempo aquel encanto.
Lo supe un año antes de que me lo dijeran ellos mismos, por medio de mi prima Miréia que aunque era más joven que yo, siempre ha ido un paso adelante. Y este último año fue el mejor porque escogí verdaderos juguetes que mis padres podían comprar ya que trabajaban los dos y les iba bastante bien en comparación de la media de la gente. Además les hacía mucha ilusión comprar los regalos de Reyes, nunca la Navidad, y los guardaban en casa de mis abuelos. Les facilité las cosas y me dormí temprano, y al rato los oí llegar muy ilusionados y les dejé que colocaran los regalos con tanto amor que me emocioné.
De mayor nunca entendí claramente si aquellos personajes reales existieron o fueron fruto de la imaginación de San Lucas, el único evangelista que lo narra, pero que ha sido una idea fenomenal, lo ha sido. Ha habido millones de ilusiones entre los niños a lo largo de los siglos, y esto no los quita nadie; hacer felices a los niños es lo mejor en que podemos invertir nuestro dinero y amor. Los comercios de juguetes puestos en las aceras de la Gran Vía eran todo un encanto y me llenaban de dudas, y preguntaba, por qué estaba la gente comprando juguetes cuando los podían llevar los Reyes Magos. Mi padre, que no le faltaban palabras, ante esta pregunta, divagaba y me decía algo así que aquellos padres eran rojos y no creían en los Reyes, y por eso tenían que comprar los regalos. Estaba contento de que mis padres no fueran rojos y no tuvieran que comprar los juguetes, y hasta que conocí en mi juventud las injusticias de la vida, fui un perfecto niño creyente y de derechas.
Si no recuerdo mal, en aquel último año me regalaron un tren eléctrico, que me duró dos días intacto, y un jazz band (batería) con el que atroné una semana a todos los vecinos hasta que se reventaron los timbales y tambores. Mi hermana Merçé también era muy ingenua pero difícil a la hora de decidir lo que quería aquel año y la carta la podía estar escribiendo un par de meses, y al final pedir lo mismo que el año anterior: una muñeca. Veía sus regalos y estaba contento de ser niño, ya que los juguetes de niña, no me atraían para nada. Al nacer nuestra hermana Montserrat, nos unimos a nuestros padres para preparar los juguetes de la niña y volvimos a revivir aquellos ilusionantes años de nuestra infancia, ya que entonces nos hacían regalos prácticos y sin sorpresas.
Esta es la carta para este año:
Mis deseos para que toda la raza humana sea medianamente feliz; que se reduzcan las injusticias y las torturas. Que el primer mundo tome la responsabilidad de que esto ocurra y los países del mundo tengan la bendición de buenos y honrados gobernantes. Que se terminen las guerras grandes y pequeñas, declaradas y sin declarar, que no haya pretextos para que existan terroristas; que estos recapaciten y cambien el mal por el bien, y que su próximo objetivo sea hacer feliz y no infeliz a la gente.
Que los patrones y empresarios sean gente inteligente y tolerante, y que sus ambiciones sean hacer el bien de sus empleados sin descuidar que las empresas prosperen con honradez y con beneficios.
Que los obreros y empleados sean gratificados con justicia y generosidad; que sean respetuosos con sus patronos, y amantes de sus familias.
Para México donde he pasado una parte de mi vida, que toda la ciudadanía sea feliz y respetada por sus gobernantes, que éstos sean honrados y competentes y den prioridad al progreso de todo el país, antes que a sus intereses personales y partidarios.
Por último para mí, deseo salud para ver siempre felices a mis hijos y nietos; que no me falte nunca su compañía ni la de Isabel, mi esposa. Me gustaría tener un último proyecto de trabajo, ahora que ya se mis limitaciones del principio de la vejez.
Que este viaje a Australia no sea demasiado duro para nosotros y que todos estén felices de vernos. Que mejore mi economía después de tantos meses de deterioro.
Mis propósitos de este año y del anterior: Viajar a Cuba, estudiar italiano y empezar a fumar; si no se han cumplido no pasa nada, ya no me interesan.
Tengo que encontrar nuevos objetivos e ilusiones.
miércoles, noviembre 15, 2006
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